viernes, 26 de mayo de 2017

Alguien vino en 1999


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Perdido
                                             para Héctor

Morder tierra, apartar tierra, escupir tierra para poder tenerte entre mis brazos. Soñar como sueñan los niños, como sueñas tú con una sonrisa cómplice que dices que estás ahí, siempre conmigo.
Hombres verdes, mujeres verdes, mirándote; y una mujer llorándote, mi niño, mi niñito. Comer tierra, tragar tierra y luego tú, escarbando mi corazón de tierra.
Sonrisas, muchas sonrisas, innumerables sonrisas que te esperan, y te dicen, mi niño, mi niñito; y el padre mirándote, yo mirándote entre cabezas extrañas, detrás de las sonrisas que te buscan.
Luego la música que empaña los cristales, la música que vuela por tus sueños y me llena de esperanza, la música de mi niño, mi niñito, para convertirse en tierra que aparto, que vuelco, amaso y destrozo.
Has venido a mi armado con tu fuerza infantil, a buscarme, a sacarme del lago perdido, del bosque oscuro en que se ha convertido mi corazón, has luchado por mí, y me duele no haber sido yo. Has llegado hasta aquí empujando con la fuerza de tu sonrisa, con la convicción  que nos asegura lo que somos, padre e hijo; y no lo duda el aire, ni el mar, no lo duda nadie.
¿Cuánto me has dicho? ¿Cuánto hemos hablado sin palabras? Mi niño, mi niñito,,, por fin he quitado la tierra, la tierra de los ojos, los oídos, la tierra del corazón de tierra, la tierra de tu cuna, de mi cama.
Ahora como risa, bebo risa sueño risa, y espero tu corazón al lado del mío, contagiado de tu risa.


                                                                                                                    Octubre 1999


En 1999 llegó Héctor, junto con Adriana completaron nuestra pequeña familia. Gracias a mi sobrina Raquel que tenía este homenaje que había perdido. Espero que guste.


miércoles, 3 de mayo de 2017

Me gusta, no me gusta


La literatura o los escritores no pueden llevar la etiqueta de quién es mejor como el balón de oro. Lo único que podemos decir es me gusta más o menos. Este poema de Neruda va por María y por nuestros piques en clase, sobre si era mejor García Márquez o Neruda, bendita discusión, ojalá fueran todas así, y no estaríamos hablando de vaguedades.


ME gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.